Celebra la fiesta de Día de Muertos en uno de los lugares de mayor tradición, Michoacán, donde el ritual de la velación se lleva a cabo por los pueblos purépechas que rodean el lago de Pátzcuaro ,tzintzuntzan y la isla de Janitzio. Ya se han publicado muchos reportajes de esta zona, pero lo que más sorprende es que siempre es posible descubrir algo nuevo
El 1° y 2 de noviembre de cada año, los panteones y casas donde se hace “la espera” se cubren con flores de cempasúchil, velas, fruta, pan, incienso. Altares y tumbas se adornan profusamente, se prepara y comparte comida y bebida, se lleva ofrenda, se reza, hay ambiente festivo y al mismo tiempo se percibe profundo sentido comunitario y orden ceremonial. Se conoce como animeecheri kúinchekua: fiesta de las ánimas. Pero no se debe confundir con las celebraciones que tienen lugar en las comunidades indígenas, para quienes el sentido de esta fiesta dista mucho de ser sólo diversión. Para los purépechas, pueblo indígena, conocido por su particular manera de realizar esta celebración, los motivan convicciones profundas que tiene que ver con la manera particular de concebir la vida misma en todas sus dimensiones.
Se purifican espacios, se llevan ofrendas.
Suele decirse que se festeja a la muerte, nada más alejado de la realidad, al menos para los purépechas no es así, la razón de hacer fiesta no es la muerte, sino la vida continuada la “otra vida”. Este “encuentro” entre los que ya no están pero regresan un día al año a convivir con su familia, en su pueblo, en su casa, es el punto central del elaborado ceremonial, es por ello que se comparte la alegría con los parientes y se reúne la familia toda a comer junto al que “regresa”. La muerte entonces tiene sentido en cuanto deja de ser tal y toma forma del abuelo, la mamá, el hermano, la hija, el pariente que tienen nombre propio y que aunque muerto físicamente, vive en ese otro mundo desde donde gracias al ritual, puede comunicar vida a su familia y a su pueblo.
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